Fui ordenado presbítero, en un país en el que menos de un 1 % es católico. Mi formación ayudará en la evangelización de China y Taiwán

Nombre: Giovanni Battista Bergamo.
Edad: 35 años.
Situación: Presbítero.
Origen: Kaohsiung, Taiwán.
Estudios: Licenciatura en Teología en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.

El camino Neocatecumenal me ayudó a encontrar el amor gratuito de Dios, no por méritos sino por su bondad

Giovanni Battista Bergamo es un sacerdote italiano de la diócesis de Kaohsiung, una gran ciudad portuaria al sur de la isla de Taiwán.

Nació en el seno de una familia cristiana de Venecia siendo el quinto de seis hijos. Su padre, es arquitecto y también profesor universitario al igual que su madre.

«Mi vocación nace en mi familia. Mis padres pertenecían al camino Neocatecumenal y gracias a su testimonio de vida cristiana me dieron un gran ejemplo de fe y de evangelización. Como cualquier otro niño, asistí a la escuela pública, donde mostré interés por varias asignaturas y sobre todo por el fútbol.

A medida que iba creciendo, mi vida se desarrollaba con normalidad, conforme a los patrones actuales y pensaba que era feliz: tenía novia con la que planeaba nuestro futuro matrimonio, tenía un buen trabajo y mis amigos me consideraban una persona exitosa. Sin embargo, en mi interior me sentía tremendamente solo e infeliz. Fue en este momento donde el camino Neocatecumenal me ayudó a encontrar el amor gratuito de Dios, no por mis méritos si no por su bondad. Ahora tenía la alegría para hacer cumplir la voluntad de Dios.

Así entré en el Seminario Redemptoris Mater para la Nueva Evangelización y me enviaron a Taiwán. Con 26 años tuve que aprender chino. Siendo doctor en Filosofía tuve que empezar de cero: no sabía hablar, ni leer, ni escribir. A pesar de las dificultades de esta experiencia fue muy bonita por la gran cantidad de gente que Dios puso en mi camino para ayudarme.

En Taiwán, mi comunidad es enteramente china: jóvenes, ancianos y matrimonios. Es verdaderamente bello experimentar como la Palabra de Dios y la fe se mantienen a pesar de ser culturalmente tan diferentes.

Además de formarme en chino, tuve la oportunidad de viajar de misiones a través del seminario, acompañando a presbíteros, catequistas y familias. Estuve en Hong Kong y en China, en Ganzhou y Sichuan. Allí tuve oportunidad de ver una gran pobreza, pero también el amor de Dios y la fuerza de su Palabra y los Sacramentos.

En 2019 fui ordenado presbítero, en un país en el que menos de un 1 % es católico. Por eso mi obispo decidió enviarme a Roma, a continuar mi formación para poder ayudar en la evangelización de China y Taiwán».

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