Mi ilusión es formarme para dar un mejor servicio a la Iglesia

Nombre: Héctor Alejandro Pérez
Edad: 26 años
Situación: Presbítero
Origen: Tabasco, México
Estudios: de Licenciatura en Teología en la Universidad de Navarra, en Pamplona

Te ordenarás en esta situación de dolor, para que puedas comprender el dolor de los demás

Héctor Alejandro es un sacerdote de Tabasco en México.

Vivió el confinamiento debido a la pandemia por coronavirus en España, mientras terminaba el Bachiller en Teología en la Universidad de Navarra, y asegura estar feliz de poder formarse una vez más aquí por todo lo que ha recibido.

Cuando regresó a México en junio, una vez finalizados sus estudios, también vivió el confinamiento, pero de una manera diferente: estaba en su casa, con su familia. Aunque en ambas ocasiones intentó dar lo mejor de sí para ayudar en una situación tan complicada, en Tabasco no podía comulgar todos los días: «Lo eché mucho de menos. Me di cuenta de la suerte de vivir la misa diaria», señala.

«En medio de estos momentos difíciles, el Señor me concedió la ordenación sacerdotal. Fue algo sorprendente, pues a diferencia de las ordenaciones ordinarias en mi Diócesis, la mía fue a puertas cerradas, solo pudo asistir mi familia. Aunque eso me ayuda a vivir el momento de una manera especial, solo Dios y yo». Pocos días después, el obispo de su diócesis le encomendó la tarea de volver a la Universidad de Navarra y continuar sus estudios.

«Mi ilusión es formarme para dar un mejor servicio a la Iglesia», asegura. Recuerda que de pequeño participaba en las actividades que se hacían en su parroquia, en las catequesis, en las celebraciones de los domingos, en las adoraciones eucarísticas e incluso en un grupo de misiones. «Ahí me fue conquistando poco a poco el Señor». Hasta que la Semana Santa de 2012, estando de misiones en un pueblo, conoció a un sacerdote de edad avanzada que “se desgastaba” mucho. Y, aunque él siempre se había imaginado como padre de familia y sus planes estaban enfocados a estudiar Ingeniería en la universidad, Dios salió a su encuentro.

Durante sus años en el seminario de Villahermosa, en México, estudió algunos libros de profesores que luego le impartieron clase en Pamplona: «Qué emoción me produjo conocer a los autores de los libros que había leído. Ellos me enseñaron de primera mano su amor por la teología. De ellos aprendí que la teología es la manera de amar a Dios. Nadie ama lo que no conoce, y supieron transmitirnos el hambre de conocer más a Dios».

Recién aterrizado en Pamplona, y teniendo un trozo de corazón en España y otro en México, le vienen a su memoria algunas palabras que aprendió de don Juan Antonio Gil Tamayo, sacerdote formador del Seminario Internacional Bidasoa fallecido en marzo de 2019: «Cuando vengan momentos de nostalgia debes tener la cabeza en el libro y tu corazón en la diócesis, porque todo lo que aprendas aquí es para dar algo bueno allí». Y en ello está. «Mis primeros días de sacerdocio fueron extraordinarios, no podía celebrar misa con asistencia de fieles, pero mis primeras Misas siempre fueron celebradas con mi familia. Durante las tardes llevaba la comunión a persona de mi comunidad e iba a bendecir casas, eso me ayuda a ejercer mis primeros pasos en el sacerdocio. Eso hice hasta volver a España».

«Esta situación que estamos viviendo me hizo pensar en el hambre que tiene la gente de Dios y como me dijo mi madre antes de la ordenación: "te ordenarás en esta situación de dolor, para que puedas comprender el dolor de los demás"».

«Muchas gracias por su generosidad. Me encomiendo mucho a sus oraciones, pues se que el Señor tiene algo preparado para mí, no sé qué, pero confío en Él.

Cuenten con mis oraciones, que nuestra Madre la Virgen de Guadalupe bendiga a sus familias y trabajos».

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