La sociedad ruandesa está muy herida, pero por la gracia de Dios la reconciliación poco a poco sí está avanzando

Nombre: Théogène Ndagijimana.
Edad: 34 años.
Situación: Presbítero.
Origen: Nyundo, Ruanda.
Estudios: Derecho Canónico en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma.

Don Théogène Ndagijimana viene de Ruanda y es sacerdote de la Diócesis de Nyundo. Descubrió la vocación gracias a la familia y está estudiando en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma.

«Soy Théogène Ndagijimana, sacerdote diocesano de la Diócesis de Nyundo en Ruanda (África). Nací el 11 de julio de 1988 en Bwishyura–Karongi, (Ruanda), y crecí en la misma región. No tengo ninguna duda de que la educación cristiana que recibí en mi familia es la raíz principal de mi vocación sacerdotal. Sin embargo, toda vida no perdura sin ser nutrida, así que mi vida cristiana se nutrió de la participación en la Misa y de las oraciones familiares que teníamos en casa. 

Después de mi primera comunión, empecé a servir en la Misa como monaguillo. Esto me ayudó a observar a los sacerdotes de nuestra parroquia, que hicieron todo lo posible por llevar esperanza a la comunidad herida por el genocidio contra los tutsis de 1994. Al ver a los sacerdotes que se entregaban de esta manera, mientras algunos se quedaban huérfanos y presenciar la muerte de sus seres queridos en la forma más atroz, me preguntaba cómo contribuiría yo también a esta obra de Dios para devolverle la vida a una sociedad tan herida como la nuestra.

Después de la escuela primaria, tuve la oportunidad de ingresar en el seminario menor, donde tuve suficiente tiempo para meditar sobre mi vocación, orar y observar. Al finalizar mis estudios en el seminario menor, le escribí a nuestro obispo una carta de solicitud para ingresar en el seminario mayor. Después de un año, respondió positivamente.

Durante el transcurso del seminario mayor, pasé las vacaciones en muchas parroquias y allí también aprendí mucho sobre el ministerio que me esperaba. Como ves, muchas cosas han contribuido a alimentar y fortalecer mi vocación.

Todos somos miembros del mismo Cuerpo y por eso quiero dar las gracias a los benefactores que nos ayudan tanto. También quiero pedirles que recen por mí, para que yo pueda ser fiel y servirle al Señor en esta difícil tarea que es la reconciliación de mi país».

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