Ser sacerdote no es un fin, sino un medio para llegar a la santidad.

Nombre: Vincent Sserwaniko.
Edad: 26 años.
Situación: Seminarista.
Origen: Kampala, Uganda.
Estudios: Estudia Teología en el Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona.

Siento una fuerza dentro de mí que me impulsa a querer ser sacerdote

Vincent Sserwaniko proviene de Uganda, en África Oriental, y es miembro de la tribu de Buganda, específicamente del clan Butiko de esta zona africana. Creció en una sociedad muy patriarcal y rodeado del amor de su familia.

En medio de esta realidad, Dios le llamó al sacerdocio y después de años de formación en su país natal, llegó al Seminario Internacional Bidasoa en Navarra a terminar su proceso formativo. Pertenece a la archidiócesis de Kampala y sueña con regresar para poder servir a su comunidad.

Ingresó en el seminario a los 14 años, pero el deseo de entrar comenzó desde los 9 años cuando empezó a servir como monaguillo. «Le pedí a mi papá que me permitiera ingresar en el seminario. Él me respondió que no, que esperara un poco más. Y así fue: después de 4 años, pude ingresar en el seminario menor. Mi papá un día me preguntó: ‘¿Por qué quieres ser sacerdote?’ Yo le respondí: ‘No sé las razones, pero siento una fuerza dentro de mí que me impulsa a querer ser sacerdote’. Nunca he dudado de que esta fuera mi vocación».

Su familia nunca se opuso, pero en su cultura no está bien visto que el varón de la familia sea sacerdote y renuncie a tener su propia familia.

En Bidasoa le ha llamado la atención la amistad entre los seminaristas. «Desde el primer día, el cariño con el que la gente me trataba superaba todas las preocupaciones que pudiera tener, y me hicieron sentir parte de esta gran familia».

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