RECORRIDO PASTORAL

Don Miguel Ángel Chumpitaz

Don Miguel Ángel Chumpitaz se debe enfrentar cada día a múltiples y complicados retos en su ministerio sacerdotal. A sus 45 años además de ser el vicario general de la Prelatura de Yauyos (Perú) es el capellán del monasterio de las carmelitas descalzas, capellán universitario y de la Policía Nacional y también profesor del Seminario.
Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru

Vicario general y exorcista de la Prelatura de Yauyos (Perú)

Don Miguel Ángel Chumpitaz se debe enfrentar cada día a múltiples y complicados retos en su ministerio sacerdotal. A sus 45 años además de ser el vicario general de la Prelatura de Yauyos (Perú) es el capellán del monasterio de las carmelitas descalzas, capellán universitario y de la Policía Nacional y también profesor del Seminario. Por si no fueran pocos los encargos pastorales que desempeña, hace un año fue nombrado exorcista, desde donde puede ver en primera persona las consecuencias de la acción del demonio. Y en los últimos meses ha añadido la atención espiritual a un hospital repleto de enfermos de coronavirus.

Este sacerdote se crio en una familia católica junto a sus hermanos. Y aunque sus padres les transmitieron la fe de manera profunda, su infancia y adolescencia fue complicada debido a que vivían en una zona golpeada por el terrorismo.

Don Miguel Ángel estudió Economía en la universidad y fue precisamente allí donde se fraguó su futura vida sacerdotal. “Siempre sentí que Jesús me llamaba a formar parte de algo diferente, y a la edad de 20 años asistí a un retiro espiritual de tres días donde tuve una conversión muy fuerte percibiendo claramente que el Señor me llamaba al sacerdocio”, cuenta.

Al acabar la carrera dejó todo e ingresó en el seminario mayor San José de Cañete. En 2002 gracias a una beca del CARF llegó a Roma al Seminario Internacional Sedes Sapientiae para estudiar en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (2002-2005) y de nuevo años después en un segundo periodo (2014-2016) donde completó la licenciatura de Teología Moral.

He sido testimonio de las palabras que Jesús nos repite en el Evangelio: ‘el que lo deje todo y me siga recibirá cien veces más…”, afirma este sacerdote.

Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Don Miguel Ángel acompañando a un hijo espiritual el día de su ordenación en Perú
Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Don Miguel Ángel acompañando a un hijo espiritual el día de su ordenación en Perú
Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Don Miguel Ángel acompañando a un hijo espiritual el día de su ordenación en Perú

La importancia de la formación

Don Chumpitaz recuerda su paso por el Sedes Sapientiae como “una de las experiencias más hermosas” de su vida. Cuenta que allí conoció “jóvenes de los cinco continentes” lo que permite “tener el corazón y la mente abiertas” mientras “estamos unidos en una misma fe y una misma vocación, por lo que ahí desaparecen las diferencias y nos hacemos uno en Cristo”.

La formación recibida en Roma ha sido, tal y como indica, fundamental pues “me ha ayudado mucho en la formación de futuros sacerdotes y en las catequesis que he debido dar en diferentes momentos de mi vida sacerdotal”.

Esta recta y necesaria formación a la que hace mención la divide en tres aspectos que considera de vital importancia: “La formación intelectual para dar un claro conocimiento de nuestra fe, mostrar a Cristo a través del conocimiento. Tambien, la formación humana, ya que en primer lugar tenemos que ser buenas personas, debemos mostrar el lado humano y compasivo de Jesús. Y por último, la formación espiritual pues tenemos que estar convencidos de lo que predicamos y eso sólo se consigue con un trato continuo con Cristo, a través de la oración personal”.

Estos tres aspectos los aplica cada día en su ajetreada vida pastoral. Tras pasar seis años como párroco en la sierra y después como formador del seminario ahora es la mano derecha del prelado y tiene distintas capellanías tanto en la universidad como en la Policía y recientemente en el hospital.

Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Quiere tener un recuerdo especial para todos los benefactores del CARF, gracias a los cuales pudo estudiar en Roma: «Me gustaría decirles que les agradezco de todo corazón la ayuda que brindan para la formación de futuros sacerdotes, sobre todo por darnos la posibilidad de formarnos en lugares como Roma o Pamplona, porque enriquece profundamente el alma y te llena de ese amor apasionante por la Iglesia Católica. Percibes que la Iglesia es una, santa y apostólica.» «Esta formación se traslada a Perú y otros países, donde la gente tiene tanta sed de Dios. Gracias infinitamente y espero que sigan apoyando esta extraordinaria labor de contribuir a la formación de futuros sacerdotes. Mis bendiciones para ustedes y les prometo que rezaré más por cada una de sus intenciones personales”.
Don Miguel Ángel Chumpitaz

Vicario general y también exorcista

Sobre el ministerio de exorcista que desempeña desde hace un año junto a otro sacerdote afirma que “de momento sólo he tenido varios casos menores, unos adolescentes por ver unas películas de terror y otra persona por una influencia maligna en su casa. Gracias a Dios no tenemos muchos casos ya que es un pueblo con mucha religiosidad popular y una gran devoción a la Virgen María y a la Eucaristía”.

Sin embargo, en su estancia en Italia sí tuvo la oportunidad de acompañar a otro exorcista donde sí debía enfrentarse a casos mucho más graves. “El sacerdote me contaba –explica- que lamentablemente había gente que realizaba magina negra y me alertaba de la presencia de muchas sectas satánicas. Además, en la mayoría de los casos afectaba a las mujeres, porque el demonio tiene un odio particular a la mujer por ser portadora de la vida y de la fe”.

Su día a día, tal y como cuenta don Miguel Ángel, comienza con la Santa Misa matutina en el monasterio de las Madres Carmelitas. Tras dos horas dedicadas a la oración se centra en el trabajo de oficina en la prelatura. Por la tarde visita a los enfermos de Covid en el hospital y tras dedicar un rato al estudio, intenta hacer algo de deporte, prepara las clases y por fin descansa.

Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru
Sacerdote formado gracias a las becas de los benefactores de CARF que volvió a su Perú natal Don Miguel Ángel Chumpitaz - Sacerdote de Peru

Sobre su vida cotidiana como sacerdote

Confiesa que “el momento más gratificante es la celebración de la Santa Misa, ya que el monasterio de las carmelitas brinda unos espacios de contemplación que me ayudan a introducirme en el misterio de la Eucaristía. Puedo decir que esto es parte de la riqueza que hemos recibido del Opus Dei y de las enseñanzas de San Josemaría”.

Por otro lado, él mismo reconoce que uno de los riesgos a los que se enfrenta como sacerdote es el de caer en el “activismo”, es decir, dedicarse “a realizar muchas cosas y abandonar mi vida de piedad”. En su opinión, eso sería “desastroso para mi perseverancia”.

Rememorando sus mejores momentos como sacerdote, su mente se va directamente “a la Santa Misa a 4.800 metros de altura en una mina en un día de frio y nieve. Celebraba la misa para 1.000 mineros y pude experimentar el sacrificio de Cristo en la cruz. Nunca he visto tanta piedad, eran 1.000 hombres que se arrodillaban frente a la Eucaristía con temperaturas bajo cero”.

El peor momento, tristemente también lo tiene claro pues “fue cuando fui golpeado por unos delincuentes que querían abusar sexualmente de una niña y me metí a defenderla. Percibí la maldad que lamentablemente está presente en el corazón de muchas personas”.

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