Fundación CARF

31 marzo, 21

Testimonios de vida

El sacerdote chileno Ramón Pérez relata su emoción cuando el Papa le llamó por teléfono

El sacerdote chileno Ramón Pérez Contreras relata en una carta su emoción cuando el Papa le llamó por teléfono, la anécdota divertida que protagonizó el Pontífice y el interés de Francisco por una carta muy personal que pudo entregarle al finalizar una audiencia en el Aula Pablo VI.

Ramón Pérez Contreras es un sacerdote chileno de la diócesis de Villarrica.  Después de unos meses de angustia por no poder viajar a Roma debido a la pandemia, logró aterrizar a principios de enero en la Ciudad Eterna para estudiar Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y para “imparare Roma”, en el sentido de vivir la experiencia eclesial de la universalidad de la Iglesia. Reside en el Colegio sacerdotal Altomonte con presbíteros de cuatro continentes, cerca del Vicario de Cristo. Y en muy poco tiempo he podido vivir de manera profunda esa proximidad del Papa Francisco.

Relata en una carta su emoción cuando el Papa le llamó por teléfono, su experiencia filial con el Santo Padre, la anécdota divertida que protagonizó el Pontífice y el interés de Francisco por una carta muy personal que pudo entregarle al finalizar una audiencia en el Aula Pablo VI. Esta es la carta. 

Vivir cerca del Santo Padre

Cuando recibí la invitación a estudiar en Roma del obispo de la diócesis de Villarrica-Chile, de la que soy oriundo y en la que estoy incardinado; pensé que la experiencia romana no sería solo una peregrinación o viaje familiar, sino que sería verdaderamente “imperare Roma”, con todo lo que esta expresión romana comporta.  Después de unos meses de angustia por no poder viajar, producto de la pandemia, finalmente estaba en Roma. Encontré una gran comunidad sacerdotal en Altomonte, donde vivo y una Universidad espectacular.

Una de las frases recurrentes que oí fue: “Vale la pena vivir esta rica experiencia eclesial en cercanía con el Papa”.  Nunca pensé que, en tan poco tiempo, viviría de manera tan profunda esta cercanía con el Vicario de Cristo.

Una carta personal 

Todo empezó con la inscripción a un curso de Penitencia Apostólica, que, por testimonio de otros hermanos sacerdotes, resultó ser muy interesante.  Como ya es costumbre, el curso se desarrolló de manera on line, pero a mitad de este, se nos avisó que la audiencia con el Papa Francisco sería de manera presencial para los sacerdotes que estudiamos en Roma, así con los demás sacerdotes de la casa nos preparamos para ese momento.

Finalmente, el día 12 de marzo pudimos participar, lo único que llevé fue una carta que escribí para entregar al Papa.

 

"Los detalles de la carta son muy personales, además de presentar algunas dudas le hago una sugerencia, con mucho respeto y humildad"

Sacerdotes del Colegio Altomonte

El Colegio Sacerdotal Altomonte es un centro eclesiástico internacional de carácter universitario, promovido por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz que acoge a sacerdotes diocesanos de todo el mundo. El centro responde a un deseo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, que hace muchos años había estudiado la posibilidad de establecer un colegio en Roma, cuya finalidad principal era proporcionar a los estudiantes, a través de su propia actividad, un formación sacerdotal integral y permanente, en las dimensiones humana, espiritual, pastoral e intelectual.

Erigido por la Congregación para la Educación Católica con el Decreto del 31 de mayo de 2011, tiene personalidad jurídica canónica propia. Tiene su domicilio social en Roma en Via Ludovico Barassi snc, en el local propiedad del Istituti Riuniti di San Girolamo della Carità, organismo moral privado reconocido por el Presidente de la República Italiana y que trabaja de manera constante durante años con el Pontificio Universidad de la Santa Cruz.

Estaba en primera fila

Al acudir a la audiencia sentí cercana la posibilidad de entregarla, especialmente porque estábamos en la primera fila, en el lugar preciso para verlo.

Pero se cumplió el Evangelio, llegó gente más importante y nos trasladaron a la última fila, (Lucas 14,8) yo muy cercano a la puerta de salida, las esperanzas de entregar mi carta se esfumaban.

Después de una hermosa reflexión y recomendación del Papa Francisco a los sacerdotes sobre el sacramento de la reconciliación, nos dio la bendición y salió de la sala Paulo VI, esta fue mi oportunidad de mostrar la carta.

“Padre Jorge Mario, soy chileno”

Con su mirada me dijo acércate y yo lleno de alegría y con un poco de picardía le dije: “Padre Jorge Mario (como le llamaban en las villas) soy chileno”, a lo que me respondió rápidamente “¡y yo que culpa tengo!”, nos miramos y los dos nos reímos mucho. Luego de una breve conversación, él siguió su camino para completar la cargada agenda de ese día.

Los detalles de la carta son muy personales, además de presentar algunas dudas le hago una sugerencia, con mucho respeto y humildad.  Mi objetivo era que la leyera.

"Padre Jorge Mario (como le llamaban en las villas) soy chileno”, a lo que me respondió rápidamente “¡y yo que culpa tengo”, nos miramos y los dos nos reímos mucho

Para Francisco, cada uno es importante 

Lo que sucede después colma todas mis expectativas y me ayuda a entender, que para Francisco cada uno de nosotros es importante, esto queda testimoniado en un hecho que ocurrió el día miércoles 16 de marzo.

 Estaba en la mesa compartiendo una bebida con unos hermanos sacerdotes de Colombia, México, Ecuador y con nosotros don Juan Carlos Ossandón vicerector del colegio sacerdotal Altomonte. De pronto entró una llamada a mi teléfono, era un número privado.

Al contestar de inmediato, me di cuenta que del otro lado estaba el Papa Francisco, lo puse en voz alta para que escucharan su voz y luego muy emocionado conversamos unos minutos.

El cariño con el que me habló

Debo decir que me impresionó el detalle de llamar, su humildad para agradecer la sugerencia y el cariño con el que me hablo. Me dio algunos consejos para aprovechar mejor mi estadía en Roma.  Al finalizar le dije: “Santo Padre, ¿y nos podremos tomar unos mates?”, a lo que me respondió: “Ahora mismo no, porque estoy con mucho trabajo, pero tú tranquilo, que ya vamos viendo cuando nos juntamos”.

Comparto con ustedes esta hermosa experiencia, que nos habla ante todo de la humildad del Papa Francisco, que, a pesar de todo su trabajo, tiene tiempo para tomar el teléfono y llamar a este sacerdote que vive esta experiencia romana.

Para Francisco, cada uno es importante 

Lo que sucede después colma todas mis expectativas y me ayuda a entender, que para Francisco cada uno de nosotros es importante, esto queda testimoniado en un hecho que ocurrió el día miércoles 16 de marzo.

 Estaba en la mesa compartiendo una bebida con unos hermanos sacerdotes de Colombia, México, Ecuador y con nosotros don Juan Carlos Ossandón vicerector del colegio sacerdotal Altomonte. De pronto entró una llamada a mi teléfono, era un número privado.

Al contestar de inmediato, me di cuenta que del otro lado estaba el Papa Francisco, lo puse en voz alta para que escucharan su voz y luego muy emocionado conversamos unos minutos.

El cariño con el que me habló

Debo decir que me impresionó el detalle de llamar, su humildad para agradecer la sugerencia y el cariño con el que me hablo. Me dio algunos consejos para aprovechar mejor mi estadía en Roma.  Al finalizar le dije: “Santo Padre, ¿y nos podremos tomar unos mates?”, a lo que me respondió: “Ahora mismo no, porque estoy con mucho trabajo, pero tú tranquilo, que ya vamos viendo cuando nos juntamos”.

Comparto con ustedes esta hermosa experiencia, que nos habla ante todo de la humildad del Papa Francisco, que, a pesar de todo su trabajo, tiene tiempo para tomar el teléfono y llamar a este sacerdote que vive esta experiencia romana.

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