Fundación CARF

29 agosto, 20

Testimonios de vida

Seminaristas de Bidasoa en la Basílica de la Gran Promesa de Valladolid

Los seminaristas Leonel y José Feliciano, residentes de Bidasoa han realizado su actividad pastoral en la Basílica Gran Promesa de Valladolid.

Los seminaristas Leonel González Chuscoff de Argentina y José Feliciano Salas de México, estudiantes de las Facultades Eclesiásticas de Navarra en Pamplona y residentes del Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa han realizado este verano su actividad pastoral en la Basílica de la Gran Promesa de Valladolid. Ambos han acudido a la Basílica para estar junto al Corazón de Jesús, a rezar para que se haga vida en ellos las palabras del profeta Jeremías “Os daré pastores según mi corazón”.

 La inquietud de José Feliciano

José Feliciano Salas González tiene 31 años y lleva dos años en Bidasoa. Estudia el cuarto curso del Bachiller en Sagrada Teología y le queda uno para terminar su periodo de formación. Nos cuenta su testimonio de vocación y sus días en la Basílica de Valladolid.

“Debo comenzar diciendo que, después de llevar poco más de ocho años pensando en el misterio de mi vocación, aún no logro articular un discurso para expresar cómo fue que el Señor me llamó para que estuviera con Él en la vida sacerdotal. Lo que es cierto es que, desde siempre, he sentido una inquietud, aunque algunas veces muy sutil, por la vida sacerdotal.

No obstante, como el Señor me dio la gracia de nacer en el seno de una familia cristiana y llena de amor y, sobre todo, viendo el amor con el que se aman mis padres, ya en la adolescencia yo deseaba también tener una familia como la mía cuando fuera adulto. Estos deseos, sin embargo, chocaban con mi inquietud “innata” por la vida sacerdotal, así que solicité acompañamiento vocacional.

En este periodo (tenía entonces 14 años) me di cuenta de que el Señor me invitaba a seguirlo por las sendas del sacerdocio, pero yo era el que no me terminaba de convencer por ese camino así que, para excusarme, opté por estudiar una carrera civil con el fin de “seguir” discerniendo mi vocación.

 Una canción: el perdón

De este modo pasaron prácticamente diez años en los que, de un modo u otro, huía del llamado que sentía del Señor en mi corazón porque yo ya me había hecho un proyecto para mi vida. Sin embargo, todo cambió en la noche de un miércoles de julio de 2013 cuando, después de llegar del trabajo (había terminado ya la carrera de Contaduría Pública y trabajaba en un despacho contable-fiscal) me puse a escuchar música desde mi portátil.

De manera aleatoria, comenzó una canción llamada “el perdón” en la que, de manera inexplicable sentí, como nunca antes, el llamado del Señor: la constante, pero débil inquietud que siempre había sentido por la vida sacerdotal después de esa canción se me convirtió en una certeza tal que en mi corazón no me quedó la menor duda a que clase de vida me estaba llamando el Señor.

Tres semanas después, el 24 de julio de 2013 entraba en el seminario, y desde esa fecha hasta el día de hoy, no sin las naturales dificultades, he tenido una vida plena y llena de sentido y cada día agradezco a mi Señor la gracia de su llamado y le pido me dé a mi y a mis demás hermanos seminaristas el don de la perseverancia.

 

José Feliciano: "Desde que entré en el seminario, he tenido una vida plena y llena de sentido"

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José Feliciano Salas González tiene 31 años y lleva dos años en Bidasoa. Estudia el cuarto curso del Bachiller en Sagrada Teología y le queda uno para terminar su periódo de formación. Sobre su experiencia de pastoral en la Basílica de la Gran Promesa de Valladolid afirma: "El Señor me dio la gracia de comprender que la revelación del Corazón de Jesús no es una devoción más, mucho menos una bonita metáfora, sino que realmente Jesús tiene un corazón, un corazón tan real como el mío que late de amor por mi".

Pastoral en Valladolid

Cuando llegué a Valladolid, fue sorpresa tras sorpresa: primero iba con la idea de que era una parroquia y resultó ser un Centro de Espiritualidad; en segundo lugar, iba con la idea de tener “trabajo pastoral” es decir, de hacer tareas relacionadas con la vida parroquial y lo primero que nos propuso don Julio, el director del centro fue, participar en unos ejercicios espirituales de silencio total.

En ese mismo día nos enteramos de que ese centro de espiritualidad era muy especial: ahí habían tenido lugar las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús al beato Bernardo F. de Hoyos un gran místico del cual desconocía hasta su nombre. Se percibía en el ambiente una cierta “mística” que invitaba mucho a la reflexión y a la oración.

 La revelación del Corazón de Jesús

Viendo las cosas en retrospectiva, puedo decir que esa “pastoral” fue del todo singular: porque en lugar de ir a hablar de Dios, el Señor me pidió guardar silencio para que Él me hablara a mí; en lugar de ir a “trabajar” me pidió descansar y, en ese alto, me hizo redescubrir la grandeza de su amor y la razón de su elección: me ha llamado no para otra cosa sino para estar con Él y sólo desde Él poder dar fruto.

El Señor me dio la gracia de comprender que la revelación del Corazón de Jesús no es una devoción más, mucho menos una bonita metáfora, sino que realmente Jesús tiene un corazón, un corazón tan real como el mío que late de amor por mi y que, a dicho Corazón no le interesa tener “trabajadores” que “hagan” cosas por Él, sino que lo que anhela es tener amigos, amigos que estén con Él y hagan desde Él la obra del Padre Celestial.

Ahora comienzo mi penúltimo año de estudios en Bidasoa con ánimos renovados buscando fortalecer mi relación de amistad con el Señor porque sólo desde Dios es como puede ser verdaderamente fecunda mi futura vida sacerdotal si su bondad me concede tan inefable don”.

Leonel: "Puedo resumir mi experiencia pastoral en Valladolid con estas tres palabras: descanso, alegría y disponibilidad"

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Héctor Leonel González Chuscoff, “Lio” para los amigos, tiene 28 años y nació en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña, ubicada al noreste de Argentina en la provincia del Chaco. Dejó su carrera de Ingeniería Industrial cuando Dios le hizo descubrir que había algo más que llenaría su corazón plenamente. Sobre su experiencia pastoral en Valladolid afirma: "Puedo resumir mi experiencia pastoral en la Basílica de la Gran Promesa con estas tres palabras: descanso, alegría y disponibilidad". 

Leonel y su respuesta a Dios

 Héctor Leonel González Chuscoff, “Lio” para los amigos, tiene 28 años y nació en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña, ubicada al noreste de Argentina en la provincia del Chaco. Nos cuenta su vocación y su experiencia pastoral en la Basílica.

“Llevo formándome para el sacerdocio desde hace ya 4 años y medio de los cuales 3 años de filosofía los cursé en el seminario diocesano de mi ciudad y el resto, la etapa teológica, la estoy realizando en las Facultades Eclesiásticas de Navarra en Pamplona gracias a la ayuda de la Fundación CARF que me da la posibilidad de crecer espiritual y doctrinalmente tanto en la Facultad como en el seminario internacional Bidasoa.

Dejé mi carrera de Ingeniería Industrial cuando Dios me hizo descubrir que había algo más que llenaría mi corazón plenamente. No fue una decisión apresurada ni tomada a la ligera. Si hay algo que pueda explicar lo que impulsó mi decisión y que me ha servido para madurar mi respuesta han sido estas palabras que un sacerdote me dijo: “Que no decidir es decir” y que “en nuestras indecisiones son muchas las almas que se pierden”.

Necesidad de sacerdotes

Esto lo entendí clarísimo y me hizo reflexionar sobre la necesidad de sacerdotes, no solo en mi diócesis sino en el mundo entero y es algo que ahora, conviviendo con gente de más de 30 nacionalidades, lo veo con claridad. 

Ingresé en el seminario a los 24. Dios ha tenido mucha paciencia conmigo y ha sabido esperar respetando siempre mi libertad. Dios siempre nos espera, espera que demos esa respuesta a su llamada, respetando nuestra decisión. La vocación es una alegría que se vive en comunidad porque es ahí donde surge y crece. 

Una familia cristiana

Creo también que no fue algo fácil para mi padre. Recuerdo aquel día en que le dije, así con total firmeza y convicción: ‘Pa me voy al seminario’. En un principio no se lo creía hasta que luego vio mi firmeza. Ahora, escuchar de terceras personas la alegría que transmite mi papá por tener un hijo seminarista me hace muy feliz. He descubierto que, si bien Dios me llama a mi, ellos también son parte de mi llamado, porque me acompañan. 

Mi familia es cristiana y desde niño siempre he ido a misa con mis padres. La educación que me dieron fortaleció mi interés por crecer y formarme en la fe. También fue muy importante en mi camino vocacional los sacerdotes que me acompañaron espiritualmente.

Experiencia pastoral en verano

Respecto a la experiencia pastoral realizada en el mes de agosto en el Santuario de la Gran Promesa que está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, creo que fuimos unos privilegiados de Dios por tener la posibilidad de conocer un poco la labor pastoral del sacerdote de la Basílica.  

Nuestro tiempo pastoral también consiste en eso, sacar mucho provecho para seguir formándonos y ver cuáles son las labores que un sacerdote lleva adelante porque es eso a lo que el día de mañana dedicaremos nuestra vida en su totalidad.

Descanso, alegría y disponibilidad

Puedo resumir mi experiencia pastoral en Valladolid con estas tres palabras: descanso, alegría y disponibilidad.

Descanso porque han sido días de intenso recogimiento y oración durante los ejercicios espirituales que realizamos. En mi corazón resonaba la llamada de Dios a descansar en Él, porque él es el Amor que todos buscamos.

La alegría porque es lo propio del cristiano, estamos llamados a transmitir, no solo con nuestro rostro sino con la vida entera, ya sea un gesto, una palabra, sirviendo en el altar, sea cual sea la vocación a la que Dios nos ha llamado. Todos estamos llamados a compartir esta alegría.

 Disponibilidad porque hemos acogido esta vocación para servir, para hacer presencia de Cristo mismo entre los hombres y de la misma Iglesia que es servidora. 

Lo que me llevo como experiencia no es sólo el testimonio de un sacerdote, de su servicio y entrega, sino más bien el compromiso de rezar por esta nueva comunidad, por esta gente que Dios me dio a conocer, personas que cada día rezan no solo por sus necesidades, sino que lo hace por el mundo entero.

La gracia y la presencia del Sagrado Corazón de Jesús que se ha querido revelar en este sitio al Beato Bernardo de Hoyos se siente y se hace presente en la piedad, la Fe viva de esta gente y el recogimiento que uno encuentra en el Santuario.

“Os daré pastores según mi corazón”

La Basílica Nacional de La Gran Promesa está situada en Valladolid. Allí en 1733 el P. Hoyos, Beato Bernardo Francisco de Hoyos, recibió del Corazón de Jesús la revelación de la Gran Promesa. "Reinaré en España y con más veneración que en otras partes"

Es templo de expiación y reparación por disposición de su santidad Pio XI. En el retablo mayor hay una maravillosa imagen de un Corazón de Jesús de 4 metros y medio. Por allí pasan muchos peregrinos, fieles que viene a rezar a sus pies, a consagrarse al Corazón de Jesús, buscando asemejar sus corazones al Corazón de Jesús, a los sentimientos de Jesucristo.

El 4 de agosto, San Juan María Vianney patrono de los párrocos y gran ejemplo para los sacerdotes, ha sido un día especial de oración por los sacerdotes y por más vocaciones sacerdotales. Su frase “El sacerdocio es el Amor en el Corazón de Jesús” retumba en los corazones de muchos jóvenes llamados al ministerio sacerdotal

Es el caso de Leonel González Chuscoff de Argentina y José Feliciano Salas González de Mexico, seminaristas que estudian en las Facultades Eclesiásticas de Navarra en Pamplona, cuyos estudios están apoyados por el CARF. Ambos han acudido a la Basílica de la Gran Promesa, para estar junto al Corazon de Jesús, a rezar para que se haga vida en ellos las palabras del profeta Jeremías «Os daré pastores según mi corazón» (Jer 3, 15).

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