Fundación CARF

16 agosto, 20

Testimonios de vida

Simon seminarista de Austria: “El Señor cambió mi corazón”

Simon Plankensteiner es un seminarista de Austria de 26 años. Pertenece a la Obra del Sumo Sacerdote de Jesús y estudia en Roma.

Mi nombre es Simon Plankensteiner, tengo 26 años y vengo de Austria. Crecí en un pueblo llamado Höchst, que se encuentra justo en las orillas del lago de Constanza. Mis padres se llaman Andrea y Dietmar y mi hermano, que es dos años mayor que yo, Manuel.

Mis padres nos dieron todo lo que necesitábamos y, sobre todo y lo más importante: su amor. Realmente puedo decir que viví una infancia hermosa y por esto estoy muy agradecido. Lo único que faltaba era la fe. Mi hermano y yo fuimos educados en la fe católica, pero no la practicamos mucho. En realidad, íbamos a misa solo en Navidad. Tengo que confesar que ir a misa siempre fue muy aburrido para mí. 

Hundido en el mundo

Entonces crecí así, como la mayoría de los jóvenes en nuestro entorno y debo admitir que, hasta mi conversión, estaba realmente lejos del Señor. Siempre creí en su existencia y, en cierto sentido, también rezaba, pero la mayoría de las veces solo recurría a él cuando tenía algún problema. Vivía totalmente hundido en el mundo: iba a los clubes, bebía mucho alcohol, etc. Estaba más interesado en el mundo que en Dios, un poco como San Agustín antes de su conversión.

 Sin embargo, todo cambió alrededor de mi decimoctavo cumpleaños. A través de unos amigos volví a la iglesia, aunque no quería. Pero durante la celebración de una Eucaristía, celebrada por un sacerdote con una gran labor entre los jóvenes, experimenté por primera vez el gusto de participar en la Santa Misa y no me pareció algo aburrido: todo lo contrario. 

Una conversión gradual

Desde ese momento comencé a asistir a misa todos los domingos y luego también durante la semana. Entonces me convertí gradualmente. Pero nunca pensé en el sacerdocio, eso era algo totalmente extraño para mi. Yo quería casarme cuando el Señor me enviara a la novia adecuada. Pero después de un tiempo, me dije: “Está bien, o el Señor todavía está tardando en mandarme a la chica de mi vida, ¡o tiene otro plan para mi!”.

 

"Estaba más interesado en el mundo que en Dios, un poco como San Agustín antes de su conversión"

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Simon Plankensteiner, tiene 26 años y es austriaco. En 2015 ingresó en el seminario de la Obra del Sumo Sacerdote de Jesús en Ariccia, cerca de Roma. Lleva en la capital italiana 5 años y ahora cursa el primer año de estudios teológicos en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. 

“El Señor cambió mi corazón”

Con esta frase comenzó mi viaje vocacional. Hablé con mi párroco, quien me ayudó de verdad, y obviamente recé mucho y le pedí a Nuestra Señora que me ayudara a descubrir y aceptar la Voluntad de Dios para mi vida.

Sin embargo, debo decir que tenía tanto miedo de que el Señor quisiera que fuera sacerdote que se lo dije en la oración. A pesar de este miedo, siempre quise hacer la Voluntad de Dios y realmente experimenté que el Señor cambió mi corazón, con la fuerte ayuda de Nuestra Señora, hasta el punto de sentir el deseo y la alegría de hacerme sacerdote.

El plan de Dios

Obviamente, todo esto no cambió de la noche a la mañana. Todo el “proceso” duró aproximadamente un año y medio, y si miro hacia atrás ahora puedo ver muy claramente cuán fuerte estaba actuando el Señor en mi vida.

En ese momento aún no lo entendía, pero ahora veo muy bien que el Señor y Nuestra Señora han guiado todo de una manera extraordinaria para llevarme hasta aquí, hasta el punto de sentir en mi corazón una gran alegría de poder completar el plan que Dios había pensado para mi vida.

La intercesión de la Virgen

Para mí, la vocación sacerdotal es un regalo inmenso y le agradezco al Señor todos los días por elegirme como su futuro sacerdote. Al mismo tiempo, agradezco a Nuestra Señora, que me ayudó no solamente a descubrir la Voluntad de Dios, sino también a aceptarla con un corazón lleno de alegría y gratitud.

Por otro lado, una cosa siempre estuvo clara para mí, desde el comienzo de mi viaje vocacional: si Dios quería que me convirtiera en sacerdote, tenía que ser sacerdote en la Obra del Sumo Sacerdote de Jesús, pues había conocido esta comunidad a través de mi párroco y desde el principio me sentí atraído por su espiritualidad, que es muy mariana y sacerdotal, e inmediatamente tuve la certeza de que el Señor me llama en esta obra.

Dios me ha otorgado este regalo de poder ser parte de esta comunidad y de esta manera ha confirmado el deseo que ya había puesto en mi corazón antes.

En 2015 ingresé al seminario de la Obra del Sumo Sacerdote de Jesús en Ariccia, cerca de Roma. Llevo aquí casi 5 años y ahora estoy en el primer año de estudios teológicos. Todavía estoy encantado y verdaderamente agradecido por mi camino al sacerdocio.

 

"Para mí, la vocación sacerdotal es un regalo inmenso y le agradezco al Señor todos los días"

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"Crecí en un pueblo llamado Höchst, que se encuentra justo en las orillas del lago de Constanza. Mis padres se llaman Andrea y Dietmar y mi hermano, que es dos años mayor que yo, Manuel. Mis padres nos dieron todo lo que necesitábamos y, sobre todo y lo más importante: su amor. Realmente puedo decir que viví una infancia hermosa y por esto estoy muy agradecido. Lo único que faltaba era la fe. Mi hermano y yo fuimos educados en la fe católica, pero no la practicamos mucho". 

Agradecimientos a los amigos de CARF

Dado que nuestro trabajo vive de la divina providencia, siempre necesitamos a varios benefactores que nos ayuden y apoyen. Por eso quiero agradecerles a todos los amigos del CARF, que siempre nos ayudan a mí y a todos mis hermanos de la comunidad para poder estudiar en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz: sin su ayuda no sería posible.

Y no solo quiero agradecerles por su ayuda financiera, sino también por su ayuda espiritual a través de sus oraciones y sacrificios que ofrecen por los sacerdotes y seminaristas. Estoy convencido de que sus oraciones también me ayudaron en mi decisión sobre el sacerdocio, es decir, para abandonarme a la Voluntad de Dios en mi vida.

No siempre sabemos para qué personas el Señor usa nuestras oraciones, también puede hacer que lleguen en beneficio de personas desconocidas. ¡Solo Él sabe lo que cada uno de nosotros necesita!

Por lo tanto, les prometo orar por todos ustedes y también les pido su oración para que me convierta en un santo sacerdote según el Sagrado Corazón de Jesús.

Gerardo Ferrara
Licenciado en Historia y en Ciencias Políticas, especializado en Oriente Medio.
Responsable del alumnado
Universidad de la Santa Cruz de Roma

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